El Anillo del Rey



El siguiente cuento es de origen popular, no se sabe a ciencia cierta quien lo escribió,  yo lo escuche por primera vez hace años por Jorge Bucay quien es un médico, psico dramaturgo, terapeuta gestáltico y autor argentino.

Una vez mi mejor amigo tenía el corazón roto, el amor de su vida le había abandonado, era joven y cometió muchos errores en esa relación, él había sido cruel y despreocupado en el pasado, y también lastimo los sentimientos de su ex pareja, por ley de causo y efecto, justo cuando dejó de herir, él empezó a sufrir, ambos se habían enamorado profundamente, solo que no lo habían hecho al mismo tiempo. 

Cuando esto ocurrió, mi amigo se refugio en mi, pero no había forma o manera de evitar la desesperanza que sentía, se dice que cuando terminamos una relación afectiva, el sentimiento es similar al luto, hemos perdido a alguien, y aunque la persona no murió, sabemos que ya no formara parte de nuestras vidas, entender esto a  los 23 años es complicado, de hecho lo es a cualquier edad. 

Había pasado mucho tiempo y el  estado de mi amigo seguía igual, incluso empeoraba, su aspecto era desprolijo, había perdido peso y no veía luz al final del camino, estaba viviendo un luto, así que recordé a Jorge Bucay, y - El anillo del Rey-  lo coloque en Youtube para él, mientras yo iba a comprar un postre para ambos, en aquella época ambos iniciamos una sociedad, no sabíamos que nos depararía el futuro, creo que aún no lo sabemos, luego analizamos juntos el cuento.  

Al final mi amigo como todos sobrevivió el desamor, pudo sonreír nuevamente, recuperó  su aspecto jovial, y volvió a conocer personas, actualmente esta  en una relación estable y dejó de cumplir años, y ahora cumple sus sueños, nunca supe el impacto que ese relato tuvo en él, hasta ahora.

Hace poco sufrí una profunda crisis existencial, la misma venía forjándose desde hace meses, cuando decidí voluntariamente mudarme no sólo de país, sino de continente, mi mente se convirtió en un caos, así que busque refugio en mi amigo, pero el no estaba, lo llame y lo busque desesperadamente pero no logré conseguirlo, ya no vivimos en la misma zona horaria, y nos separan 6 horas de diferencia, además ya no tenemos 20 años y la vida adulta conlleva muchos compromisos. 

Eventualmente recuperé los ánimos, escribí, lloré, enfrente mis miedos y mi amigo apareció, al saber de mis altibajos emocionales me recordó el cuento que les traigo hoy, yo había olvidado por completo esta historia, pero creo que todo lo que damos, vuelve a nosotros siempre, si damos amor eso recibiremos, si damos dolor eso recibiremos, la vida es un boomerang constante, hace un par de años regale sin saberlo sabiduría y ahora la sabiduría vuelve a mi.

Si quieres predecir el futuro, céntrate en tu presente, enfócate en lo que estas dando ahora mismo, porque eso sin duda alguna regresará a ti, así como regresó a mi este cuento, que ahora es para ti:


Hubo una vez un rey que dijo a los sabios de la corte:

- Me estoy fabricando un precioso anillo. He conseguido uno de los mejores

diamantes posibles. Quiero guardar oculto dentro del anillo algún mensaje que pueda

ayudarme en momentos de desesperación total, y que ayude a mis herederos, y a los

herederos de mis herederos, para siempre. Tiene que ser un mensaje pequeño, de manera

que quepa debajo del diamante del anillo.

Todos quienes escucharon eran sabios, grandes eruditos; podrían haber escrito

grandes tratados, pero darle un mensaje de no más de dos o tres palabras que le pudieran

ayudar en momentos de desesperación total... Pensaron, buscaron en sus libros, pero no

podían encontrar nada.

El rey tenía un anciano sirviente que también había sido sirviente de su padre. La

madre del rey murió pronto y este sirviente cuidó de él, por tanto, lo trataba como si fuera

de la familia. El rey sentía un inmenso respeto por el anciano, de modo que también lo

consultó. Y éste le dijo:

- No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje. Durante

mi larga vida en palacio, me he encontrado con todo tipo de gente, y en una ocasión me

encontré con un místico. Era invitado de tu padre y yo estuve a su servicio. Cuando se iba,

como gesto de agradecimiento, me dio este mensaje - el anciano lo escribió en un

diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey- . Pero no lo leas - le dijo- . Mantenlo

escondido en el anillo. Ábrelo sólo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no

encuentres salida a la situación.

Ese momento no tardó en llegar. El país fue invadido y el rey perdió el reino. Estaba

huyendo en su caballo para salvar la vida y sus enemigos lo perseguían. Estaba solo y los

perseguidores eran numerosos. Llegó a un lugar donde el camino se acababa, no había

salida: enfrente había un precipicio y un profundo valle; caer por él sería el fin. Y no podía

volver porque el enemigo le cerraba el camino. Ya podía escuchar el trotar de los caballos.

No podía seguir hacia delante y no había ningún otro camino... De repente, se acordó del

anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente

valioso: Simplemente decía -ESTO TAMBIÉN PASARÁ-





Mientras leía la frase  -Esto también pasará- sintió que se cernía sobre él un gran

silencio. Los enemigos que le perseguían debían haberse perdido en el bosque, o

debían haberse equivocado de camino, pero lo cierto es que poco a poco dejó de

escuchar el trote de los caballos.

El rey se sentía profundamente agradecido al sirviente y al místico desconocido.

Aquellas palabras habían resultado milagrosas. Dobló el papel, volvió a ponerlo en el

anillo, reunió a sus ejércitos y reconquistó el reino. Y el día que entraba de nuevo

victorioso en la capital hubo una gran celebración con música, bailes... y él se sentía muy

orgulloso de sí mismo. El anciano estaba a su lado en el carro y le dijo:

- Este momento también es adecuado: vuelve a mirar el mensaje.

- ¿Qué quieres decir? - preguntó el rey- . Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi

vuelta, no estoy desesperado, no me encuentro en una situación sin salida.

- Escucha - dijo el anciano- : este mensaje no es sólo para situaciones desesperadas;

también es para situaciones placenteras. No es sólo para cuando estás derrotado; 

también es para cuando te sientes victorioso. No es sólo para cuando eres el último;

también es para cuando eres el primero.

El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: -Esto también pasará- , y nuevamente sintió la

misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba, pero

el orgullo, el ego, había desaparecido. El rey pudo terminar de comprender el mensaje. Se

había iluminado. Entonces el anciano le dijo:

- Recuerda que todo pasa. Ninguna cosa ni ninguna emoción son permanentes.

Como el día y la noche, hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como

parte de la dualidad de la naturaleza, porque son la naturaleza misma de las cosas.


Este escrito es para todos los amigos del mundo, que están incluso en la distancia, este escrito en especial es para mi amigo que ahora es un hombre muy sabio. 

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